Sobrecarga cognitiva en los niños e infoxicación

Uno de los problemas que aparece muchas veces asociado a la falsa multitarea, o alternancia continua de tareas, es la sobrecarga cognitiva. Cuando trabajamos a un nivel superficial, sin profundizar o detenernos demasiado en lo que estamos leyendo, entra en funcionamiento lo que denominamos memoria a corto plazo, o memoria de trabajo. 

Es la que nos permite retener una información el tiempo suficiente como para saber si nos interesa profundizar en algo, mientras buscamos en otros sitios. También es la que nos permite retener un número de teléfono el tiempo suficiente como para conseguir un bolígrafo y apuntarlo en un papel, o incluirlo en la agenda de contactos de nuestro smartphone. El problema surge cuando mantenemos una actividad continuada a ese nivel superficial, sin profundizar en nada, picando o consumiendo información de aquí y allá. La memoria a corto plazo opera sólo por un tiempo limitado y con una cantidad de elementos también muy limitada. Llega un momento en que el volumen de información que recibe el cerebro, en forma de textos, imágenes, vídeos, links, banners, etc, es tal que dicha memoria de trabajo se satura. Podemos pasar horas saltando de página en página, siguiendo multitud de enlaces que nos llevan a otros enlaces, y accediendo a una gran cantidad de información. Pero en ningún momento estamos permitiendo a nuestro cerebro activar la memoria a largo plazo. No estamos memorizando, y dicha información no se está interiorizando, procesando, asociando con otras informaciones y convirtiéndose por tanto en lo que denominamos “conocimiento”.
 La información NO es conocimiento. La simple adquisición de información NO es aprendizaje.
Como señalaba anteriormente, para un adolescente resulta muy atractivo bucear por páginas web, foros y perfiles de internet. La mezcla de colores, fotografías, imágenes en movimiento, vídeos, banners, enlaces a otros sitios, etc, satisfacen la constante e innata curiosidad de nuestro cerebro. Muchos y muy diversos estímulos pueden tenerlo entretenido disfrutando con cada nuevo impacto, con cada nuevo descubrimiento, pero sin permitirle finalmente centrar su atención y profundizar. Su tarea está entonces permanentemente centrada en la toma de decisiones.
Diversos estudios como los realizados por Gary Small, ponen de manifiesto que los usuarios habituales de internet presentan una actividad mayor en las regiones prefrontales del cerebro, dedicadas a la adopción de decisiones y a la resolución de problemas. Si esta actividad se prolonga, que es lo habitual, el usuario pasa el tiempo evaluando enlaces y haciendo elecciones, al mismo tiempo que tiene que procesar el impacto e importancia de cada nueva imagen, vídeo o banner que aparece en la pantalla. En consecuencia, la actividad cerebral se mantiene a un nivel tan superficial que impide la retención de información. Al mantener constantemente activas las funciones ejecutivas de la corteza cerebral aparece la sobrecarga cognitiva: la información pasa por delante de nosotros, pero no es retenida.
Nuestra inteligencia, nuestra capacidad para comprender conceptos nuevos a partir de otros que ya teníamos asimilados, nuestra capacidad para asociar unos con otros o crear conceptos nuevos, depende de los esquemas conceptuales que hayan quedado grabados en nuestra memoria a largo plazo.
Tal y como señala el psicólogo educativo australiano John Sweller, las principales bases sobre las que se desarrolla la sobrecarga cognitiva son:
    •    La solución de problemas superfluos.
    •    La dispersión de la atención.
    •    La multitarea.

Las tres están íntimamente relacionadas, y en los tres casos juega un papel importantísimo la presencia de ENLACES, LINKS O HIPERVÍNCULOS. Cualquier texto online, página web o incluso muchos libros digitales, están llenos de palabras o frases subrayadas, destacadas en otro color, etc, que nos llevan a otras páginas. Estos enlaces o hipervínculos nos permiten profundizar en cuestiones concretas, ampliar información, acceder a vídeos sobre el tema, o entrar directamente en otras webs, enciclopedias o blogs temáticos. Es sumamente difícil sustraerse a los enlaces, siempre pendientes de encontrar una información aun más detallada, precisa o veraz. Estos hipervínculos nos obligan a tomar constantes decisiones, dispersar nuestra atención profundizando en pequeñas parcelas del texto que estábamos leyendo, y nos obligan a mantener finalmente abiertas varias pantallas entre las que vamos saltando para no perder finalmente de vista la página inicial por la que empezamos.
Hace ya más de doce años (2001), los investigadores canadienses David S. Mial y Teresa Dobson realizaron diversos estudios en los que los lectores debían leer un cuento al modo “tradicional”, es decir, a partir de la lectura tradicional de texto lineal. Otro grupo debía hacer lo mismo pero con un texto con presencia de hipervínculos. Las diferencias entre ambos grupos, como era de esperar, fueron notables. Los lectores del segundo grupo no sólo tardaron más en leer el texto, sino que el 75% de ellos reconoció haber tenido dificultades para su comprensión (frente a sólo el 10% de los que habían realizado la lectura tradicional). Otra investigadora del Center for Research on Learning and Teaching de la Universidad de Michigan, Erping Zhu, realizó otros experimentos con fragmentos de texto online para concluir la existencia de una relación estrecha entre el número de hipervínculos presentes en un texto digital y la sobrecarga cognitiva.
En 2005, las psicólogas del Centro de Investigación Cognitiva Aplicada de la Universidad de Carleton (Canadá) Diana DeStefano y Jo-Anne LeFevre, revisaron las conclusiones de treinta y ocho estudios similares, y concluyeron que: “La demanda de toma de decisiones y procesamiento visual que requieren los hipertextos perjudican el rendimiento de la lectura”. Cualquiera que lea el libro de Nicholas George Carr “¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?. Superficiales”, encontrará una completa enumeración de estudios al respecto. Si bien es cierto que no comparto en absoluto la mayoría de las conclusiones a las que llega Carr en su famoso libro, en esta cuestión no es posible rebatirle nada.
Las conclusiones que podemos aplicar al entorno educativo son también muy claras: los alumnos/as deben acceder a textos con el menor número posible de hipervínculos. En caso de que estos existan debe entrenárseles para obviarlos, hasta al menos haber realizado una primera lectura completa y sosegada del texto digitalizado. En ocasiones puede ser necesario copiar el texto y pegarlo en un documento Word desactivando los hipervínculos, y esta acción supondrá realmente un ahorro de tiempo y esfuerzo. Los libros digitales llenos de enlaces, con vínculos a otros contenidos y vídeos que amplían la información, con imágenes en movimiento que aparecen y desaparecen son muy atractivos y entretenidos, pero dificultan en muchas ocasiones la asimilación de los contenidos, obligan al alumno/a a trabajar en un nivel superficial forzando la memoria de trabajo, y generan finalmente sobrecarga cognitiva. En definitiva, dificultan que mucha información se incorpore a los esquemas existentes en la memoria a largo plazo y se convierta por tanto en conocimiento.
En la actualidad se ha acuñado también un nuevo término que resume el problema que supone para los usuarios el exceso de información: INFOXICACIÓN. 
Este término hace referencia a la faceta tóxica del exceso de información en el usuario habitual de las TIC. Así es, este exceso de información y “ruido” en la red, relevante y no relevante, está teniendo consecuencias en muchas personas de distintas edades y actividades: desde estudiantes universitarios hasta ejecutivos. La Infoxicación puede generar fatiga mental, ansiedad, angustia, desconcierto, estrés a partir de la segregación de adrenalina o glucocorticoides, falta de concentración, pérdida de productividad, etc… La solución pasa por organizar el tiempo y segmentarlo, establecer los objetivos de la tarea antes de comenzarla, evitar la multitarea y cerrar todas las ventanas posibles, realizar una lectura lineal y obviar los hipervínculos hasta haberla finalizado. Todas ellas cuestiones que vamos planteando en los distintos artículos de este blog.
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David S. Mial y Teresa Dobson, “Reading Hypertext and the Experience of Literature”, Journal of Digital Information, 2, nº 1 (13 de agosto de 2001)
Diana DeStefano y Jo-Anne LeFevre, “Cognitive Load in Hypertext Reading: A Review”, Computers in Human Bhavior, 23, nº 3 (Mayo de 2007).
Nicholas George Carr, “¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?. Superficiales”, Editorial Taurus (2011).
Fuente: https://kidsandteensonline.com/2014/05/07/sobrecarga-cognitiva-en-los-ninos-e-infoxicacion/ - Imagen de portada: ‪kids and teens online‬ - Dibujo: Luc Descheemaeker


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