España: La obscena transparecia


Mientras diez millones de turistas contribuyen cada año al crecimiento de la economía canaria –es decir, a los beneficios privados de las empresas constructoras y turísticas, a la creación de empleo precario y a la destrucción del territorio y sus ecosistemas -, una avalancha de treinta mil inmigrantes africanos se presenta como una grave amenaza para las Islas. 

Como estos últimos no son solventes, hacen su trayecto en embarcaciones precarias y eligen rutas cada vez más peligrosas para evitar encontrarse con los buques de guerra con que les reciben los gobiernos europeos; cuando no mueren ahogados en el intento, sus hoteles son Centros de Internamiento de Extranjeros (CIES), permanentes o improvisados en los sótanos de las comisarías. En estas cárceles encubiertas las personas inmigrantes pueden pasar hasta cuarenta días. Como no son turistas, a la salida de estas prisiones su destino es la repatriación o una orden de expulsión que les condena a trabajar en la economía sumergida, aceptando condiciones de trabajo semiesclavas ante la permanente amenaza de expulsión.

“Que los africanos vengan a pedir socorro a los mismos que les roban demuestra su desesperación; que los que les roban reciban su demanda de socorro con balas y palos demuestra la irrevocable ignominia del capitalismo. Podemos hacer guerras lejanas, imponer programas de ajuste estructural, firmar en un despacho un acuerdo comercial y destruir diez países sin violar en apariencia ningún mandamiento. Pero si llaman a nuestra puerta unos hombres que tienen hambre y sed, entonces no nos queda más remedio que romperles la cabeza, dispararles y abandonarlos en el desierto. Se crea o no en Dios, esto es un pecado y un pecado tan vergonzoso, tan sucio, tan abyecto, tan despreciable, que no es raro que hagamos un esfuerzo tan grande por ocultarlo, olvidarlo o justificarlo."
Santiago Alba Rico. 'Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos'.

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