Derecho a la propiedad. ¿Derecho natural?


“Aunque el agua de la fuente es de todos, ¿quién puede dudar que la recogida en un recipiente le pertenece al que lo llenó? Con su trabajo la ha sacado de la Naturaleza, donde pertenecía a todos, y con ello se la ha apropiado para sí” (Locke)

Se toma como punto de partida “natural” una sociedad en la que las personas se ven sometidas a relaciones de subordinación y dependencia; Si a esto se añade el derecho de las personas a acumular sin límites, y a transmitir por herencia, toda clase de propiedades, nos encontramos con que el punto de partida es una sociedad en la que domina la desigualdad y la dependencia.
Los individuos que no poseen más propiedad que la de su propio cuerpo no les queda otro remedio que alquilarlo o venderlo a los propietarios de tierras y riquezas para sobrevivir, generando así servilismo y frustración contenida. Se perpetúa, de este modo, una sociedad desigual, en la que la cadena de dominación y dependencia presente en las sociedades jerárquicas anteriores, no sólo se mantiene entre ricos y pobres, sino que se prolonga también entre estos últimos hasta invadir todos los rincones de lo privado, para asegurar, mediante el miedo y el maltrato, el sometimiento de los individuos más débiles (mujeres, niños, ancianos y, a otro nivel, inmigrantes).

La única propiedad que asegura a todos los individuos la igualdad formal de derechos acordada es la propiedad de su propio cuerpo 
(que incluye cerebro y mente).

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