¿Un Papa ecológico?


“En junio el Papa Francisco I dio a conocer su encíclica “Laudato si” donde presentó una serie de argumentos no solo teológicos sino también científicos y de corte social llamando a todos a luchar por el cambio climático. Esta semana convocó en la Santa Sede a varios alcaldes de todo el mundo para debatir sobre el tema.” 

Antecedentes En realidad desde las altas esferas de la Iglesia Católica nunca se había dado una situación como ésta, en la que la posición oficial ante los problemas ambientales y el cambio climático quedara tan clara como para emitir una encíclica (una carta solemne que el Papa dirige a sus colaboradores y fieles dando su parecer ante determinados temas y aconsejando cómo actuar). La primera encíclica de Francisco I, “Lumen fidei” en realidad era en gran parte, obra de su antecesor Benedicto XVI. En cambio “Laudato si” que significa: “Loado seas” en dialecto umbro y se inspira en un poema de San Francisco de Asís, llamado “El cántico de las criaturas”, fue compuesta por el nuevo Papa en su totalidad. La presentación se hizo en el Vaticano y para ello el Papá convocó a los principales líderes y representantes de las diferentes corrientes que existen dentro del cristianismo. La encíclica consta de 192 páginas divididas en 6 capítulos y según declaraciones del Santo Padre, no va dirigida solo a los cristianos sino a todos los seres humanos. Puntos significativos de “Laudato si” 
1 - El calentamiento global es una realidad, que cuenta no solo con el consenso de los científicos sino que debe ser reconocida por los cristianos y los no cristianos. Sus efectos sobre los cultivos, las plantas y animales en peligro de extinción, los problemas con el agua potable y la posibilidad de que por el deshielo se inunden ciudades costeras, son tangibles y se debe luchar para contrarrestarlos. 
2 - La raza humana debe asumir su responsabilidad en el fenómeno. Esta vez Dios quedó libre de culpa y cargo, porque el actual cambio climático que experimentamos no es natural, sino fruto de la irresponsabilidad humana, el consumo desenfrenado y los gases que se emiten a la atmósfera a causa de la quema de combustibles fósiles, entre otras causas. 
3 - Existe una “deuda ecológica” que los países ricos han contraído con las naciones más pobres. No hay una fórmula mágica para resolver el hambre y la pobreza, ni para recuperar al planeta, basada en el crecimiento económico. Lo que debe cambiar es la “estructura perversa” que hace que los países más industrializados exploten a los de economías emergentes con el fin de satisfacer su sed de consumo. 
4 - Las instituciones internacionales deben ser fuertes y tener la posibilidad de sancionar a quienes incumplan con lo pactado. No sirve solo la regulación, las comisiones y las declaraciones de buenas intenciones, hay que “hacer cosas” para revertir el calentamiento global y eso se consigue con un consenso y un compromiso mundial, no con medidas unilaterales. 
5 – Solicita sacrificios individuales y también presión a los líderes en pos de una solución. 
No se puede enmascarar o negar la realidad. Las medidas se deben tomar ya. Cada individuo puede contribuir apagando luces innecesarias, usando los transportes públicos, plantando árboles o compartiendo los viajes en coche. Pero también deben ser instrumento de presión para que no se olvide a los que se encuentran desamparados por las secuelas de este fenómeno. Consecuencias Desde las filas más conservadoras de la derecha mundial se levantaron una serie de críticas a lo expresado en la citada encíclica. Destaca la del candidato a la presidencia de los EEUU, el republicano Jeb Bush, que comentó que no recibiría directivas económicas de los cardenales, los obispos ni del Papa. En cambio, la gran mayoría de las asociaciones cristianes y organizaciones ecologistas y muchos integrantes de la comunidad científica mundial (no necesariamente católicos) son parte de los grupos que ven en esta encíclica un paso al frente en la lucha real contra el cambio climático, ya que proviene de alguien carismático y persuasivo como Francisco I. Reunión con alcaldes El Santo Padre convocó recientemente en la Villa Pía del Vaticano a más de 70 alcaldes de todo el mundo como los de Nueva York, Madrid, París, Teherán, Bogotá y Johannesburgo y logró que éstos firmaran un acuerdo en donde se comprometieron a asumir las urgencias planteadas por la pobreza extrema, la exclusión social y el cambio climático y a tomar medidas perentorias para combatirlas. Planteó entre otras cosas, además de hacer énfasis en los puntos clave de su encíclica, que el cambio climático puede significar una nueva forma de esclavitud, citando como ejemplos: el abuso de los niños (laboral, social y hasta sexualmente), la trata de personas, el abandono de los ancianos, los trabajos forzados y mal pagados, etc.


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