Elementos para comprender el debate sobre el TIPNIS



Carlos Crespo*

Juan Perelman ha sintetizado lo que realmente está detrás de la lucha indígena en defensa del TIPNIS: proteger su autonomía, probablemente hoy su bien más preciado, porque esta es la garantía, tal vez la única, de no desaparecer como pueblo, sociedad, cultura, frente a la aplanadora que es la globalización del capital, del cual el gobierno boliviano es solo una tuerca más. Esta lucha autonomista, en la base, es antiestatal, contra la legibilización de este territorio y sus poblaciones por parte del estado.
 “Sin la autonomía, sin la autodeterminación, los pueblos indígenas no son nada, sólo un poco de tierra o de barro que se pisa, o que se hace a un lado para que pase el ‘progreso de la historia’”
(Perelman, 2012)
“El TIPNIS puede ser calificado como región de refugio, porque su conformación ha sido un efecto directo de la construcción estatal. Contiene las cualidades esenciales que le permiten ser catalogado como tal, como el de ser un espacio de muy difícil acceso, donde radican pueblos con lenguas y culturas variadas, quienes al evadir los abusos durante el proceso de construcción y consolidación del estado colonial y republicano, encontraron su refugio para seguir reproduciendo su cultura y sus formas de vida ancestrales. Como una región de refugio, el TIPNIS es un área marginal en aspectos geográficos, económicos y políticos que lo distingue claramente de un área de mando estatal.” (Galarza, 2012:23).
A lo largo de su historia larga yuracares, chimanes y moxeños, con sus particularismos, y buscando mantener su autonomía frente a los diversos poderes externos (iglesia, escuela, ganaderos, hacienda, petroleras), han ido huyendo hacia la región del TIPNIS y estructurando esto que Jaime Galarza, siguiendo la huella de James C. Scott, denomina “región de refugio”.
ÁLVARO GARCÍA LINERA Y SU (IN)COMPRENSIÓN DE LA AUTONOMÍA INDÍGENA
“Toda la trama de poder colonial patrimonial (en el Beni) converge en la figura del hacendado y su mando omnipresente y paternal. Y si bien la dispersa organización indígena mantiene su autonomía local a nivel de corregimientos, cabildos, centrales y subcentrales, no ha logrado convertirse en fuerza dirigente a nivel local o regional, ni mucho menos disputar la autoridad y mando a la estructura hacendal patrimonial”. (García Linera, 2012ª:25)
De entrada García Linera tiene una concepción reduccionista, estadocéntrica de la autonomía, entendida como “desconcentración territorial del poder” (García Linera, 2012a:3); por el contrario, si la autonomía es una capacidad de iniciar una tarea y hacerlo en la manera de uno y como dominio de las interacciones, la dispersión, descentralización, nomadismo de los modos de vida de los pueblos indígenas del TIPNIS, constituyen la expresión de su autonomía, contradictoria con las estrategias políticas estadocéntricas de “disputar la autoridad y mando”, esto es tomar los aparatos de estado, seguir los pasos del IP-MAS en la región andina.
La autonomía es la evidencia de la dispersión de los pueblos indígenas del TIPNIS (y de tierras bajas); para tener una estrategia de poder son necesarias formas centralizadas y jerárquicas, como en las regiones altoandinas, donde la forma sindicato se ha tornado dominante. Álvaro está pidiendo a los pueblos indígenas del Beni que actúen como en occidente, donde los liderazgos indígenas, aprovechando su número, organización jerárquica y estadocéntrica, se convirtieron en “fuerza dirigente a nivel local o regional” y disputaron el mando a las elites dominantes, siendo el MAS la expresión mayor de aquello. Por el contrario, la relación de los indígenas del TIPNIS con el Estado antes que el pacto de reciprocidad o tregua pactada, ha sido la huida, reducir al máximo su contacto, estructurándose regiones de refugio autónomos.
EL TIPNIS NO ES LUCHA POR LOS EXCEDENTES
“Cuando la sociedad sabe que hay un excedente mayor que antes ya no se moviliza en función de modificar la estructura estatal, no, eso queda atrás, ahora comienzan a expandirse las movilizaciones por como consolidar el uso de ese excedente, mediante derechos”. (García Linera, Álvaro, 2012b)
Es lo que espera Álvaro, que la gente se movilice para pedir cosas al estado, los “frutos del crecimiento”, demandando obras, servicios, y este es el tipo de organizaciones sociales, formas de acción colectiva que el “gobierno de los movimientos sociales” está estructurando, a partir de su cooptación y control.
La política de demanda es funcional a la razón de estado y una de ellas es la demanda de compensaciones por costos y/ o impactos ambientales, por el cual, a cambio de la construcción o implementación de mega proyectos en territorios indígenas, estos negocian compensaciones, monetarias o en especie. Es lo que no han hecho los indígenas del TIPNIS, hasta hoy, como ha sucedido en la región guaraní o chiquitana, con efectos perversos como denuncias de corrupción y conflictos por la distribución de las compensaciones.
…TAMPOCO ES UNA LUCHA POR DERECHOS (SOLAMENTE)
“Ésta es una característica contemporánea, un momento de expansión económica, de proliferación de acción colectiva, de movilizaciones que no ponen en duda la estructura del Estado, la forma estatal ni la forma económica, sino que lo que hacen es buscar consolidar bajo la forma de derechos este nuevo excedente creado por la sociedad. Eso va a caracterizar esta etapa.” (García Linera, Álvaro, 2012b)
Periodista pregunta a Álvaro García Linera: “¿Por qué construir esa carretera a pesar de la oposición de una parte de la población?” Este responde y de los tres motivos, uno es precisamente aplicar derechos:
“Para garantizar a la población indígena del parque el acceso a los derechos y garantías constitucionales: agua potable para que los niños no se mueran de infecciones estomacales. Escuelas con profesores que enseñen en su idioma preservando su cultura y enriqueciéndola con las otras culturas. Acceso a mercados para llevar sus productos sin tener que navegar en balsas una semana para vender su arroz o comprar sal 10 veces más cara que en cualquier tienda de barrio”. (García Linera, Álvaro, 2012a).
Demandar al estado derechos es la forma de acción colectiva promovida por los poderes dominantes, pues de esta manera las demandas se mueven dentro un horizonte estadocéntrico; pedirle cosas al gobierno, la cooperación, bajo la forma de derechos, es la expresión mayor de ciudadanía regulada, funcional al proyecto estratégico estatal, hoy, de generación de excedentes en base a la destrucción de la naturaleza y sus servicios. La política de demanda para el vicepresidente es una interrelación entre lucha por excedentes y ejercicio de derechos.
Por su carácter confrontacional, no es posible cohesionar la sociedad desde los derechos. Hoy, asistimos a la impronta de conflictos, disputas, promovidas directa o indirectamente por el estado, donde poblaciones se enfrentan a otras poblaciones, en diversas escalas y magnitudes, y por diversos motivos, pero todos reivindican el derecho de acceso, uso, propiedad de un bien o recurso. Es “tu derecho frente al mío” el principio que está detrás de esta “ch’ampa guerra”. Para el gobierno el discurso de los derechos es el dispositivo para legibilizar el TIPNIS, controlarlo, intervenirlo a nombre de su modernización.
LA DEFENSA DEL TIPNIS NO PASA POR EL VOTO
“…el movimiento indígena debía estar en las instancias donde se toman decisiones, se había avanzado en concejales, asambleas departamentales y se presentó el desafío de Gobernación frente a dos grupos: el frente único de los partidos opositores tradicionales y del oficialismo, el MAS.
“¿Dónde quedaban los indígenas en medio de estos dos grupos? Después del sabor amargo que dejaron los grupos tradicionales que siempre gobernaron el país, que avasallaron nuestro territorio y que gracias a la marcha del 90 no terminó alambrado”, dijo que estas reflexiones llevaron a decidir a presentar una candidatura a la Gobernación y postularlo a Nuny, aún a costa de que pierda los privilegios que tenía como diputado. (Los Tiempos, 25/XI/2012)
El argumento de García Linera y los liderazgos masistas, considerar que la defensa de los “derechos indígenas” pasa por acceder a las instancias del poder estatal, es también el de los dirigentes indígenas del Beni, al decidir participar de las elecciones de la gobernación por aquel departamento.
Esta estrategia no solo que fue decidida cupularmente, sino que ha debilitado la resistencia del TIPNIS, pues los esfuerzos desde la dirigencia indígena se han dirigido a la campaña electoral antes que la resistencia del TIPNIS.
LA RESISTENCIA INDÍGENA DE ABAJO
“Aquí en Gundunovia pensaron que no había gente resistiendo, principalmente nosotros que vivimos en la comunidad, somos bastante, la mayoría, que dijimos que no va haber la consulta y lo seguimos manteniendo. Nosotros sabemos que en las comunidades del TIPNIS han rechazado la consulta, a pesar que el gobierno dice mintiendo que ya está el 70%, que han aceptado la consulta, que han aceptado la carretera, pero no es así, en la realidad no es así. Más bien se están molestando las comunidades, si el gobierno sigue insistiendo, las comunidades se van a levantar y van a ir al lugar del terreno ande va ser la carretera, ahí nos vamos a ver de frente y con quien sea”. (Comunario Gundonovia, 3/XII/2012)
Jaime Galarza cuenta que los indígenas normalmente evitan el conflicto, y solo van al enfrentamiento como último recurso, cuando ven que no hay otra salida. Las poblaciones del TIPNIS hoy están jugando su vida como grupo social, cultura, es una resistencia biopolítica, pues esta región de refugio autónomo, su “loma santa”, se halla amenazada irreversiblemente con la construcción de la carretera.
Bolpress - Imagenes: tipnisresiste.blogspot.com-Rebelion

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