Minería peruana: Habla la historia



Miguel García Puémape

Lope de Vega, prolífico escritor español del Siglo XVI, refiriéndose a la conquista de América por sus paisanos dijo alguna vez: “So color de religión/van a buscar plata y oro/del encubierto tesoro”. Colón, allá, por 1503 escribía desde Jamaica a su protectora la Reina Isabel de Castilla: “¡Cosa maravillosa es el oro. Quien tiene el oro es dueño y señor de cuanto apetece!” Ambas citas vienen a cuento para explicar que el objetivo primordial de la conquista española y también la portuguesa de lo que hoy es la América Latina, fue la búsqueda del metal amarillo y de la plata, para transportarlos a Europa con fines mercantilistas, ocupando después tierras y sometiendo a los indios aborígenes -so pretexto de evangelizarlos- a la condición de esclavos.
Entre 1512 y 1524, los españoles agotaron las riquezas de Cuba, Jamaica, Puerto Rico y la isla La Española, desplazándose hacia México. Hernán Cortez, en carta fechada el 15 de octubre de 1524 informaba al Rey de España que los dineros invertidos en su expedición, iban a rendir mas del 1000% a causa de la gran cantidad de oro y mano de obra que existía en México. En 1513 Balboa avistó el Mar Pacífico y en la década de 1530-40, España emprendió la conquista de Colombia, Perú y Chile. Como señal inequívoca de que los conquistadores buscaban oro y plata, los informes de aquella época al rey daban cuenta fundamentalmente de las cantidades de metales preciosos que arrebataban a los indios : 72 millones de pesos anuales entre 1531 y 1537 de oro mexicano. La producción media de oro en Nueva Granada, hoy Colombia, fue de 72 millones de maravedíes desde 1538 hasta 1560. El histórico Rescate de Atahualpa en nuestro Perú, totalizó 5,725 kilos de oro y 11,000 kilos de plata; el reparto de los tesoros del Cusco se ha estimado en 2,537 kilos de oro y 25,212 kilos de plata fina. Los primeros envíos de Pizarro, el conquistador del Imperio de ls Incas, al rey –según el historiador van Hagen- “valían mas de 20 millones de dólares en metálico y 20 veces más en términos de moderno poder adquisitivo. Jamás en la historia habíase visto tanta riqueza junta en Europa”. La mayor parte de los tesoros incaicos, objetos artísticos labrados en oro y plata, fueron fundidos y convertidos en moneda para la arcas de la monarquía española.
Causas y consecuencias de la apropiación y la producción de oro y plata
La causa esencial de tan rápida recolección y producción de metales preciosos en la América autóctona, fue el grado de adelanto minero-metalúrgico que habían alcanzado los indios aborígenes. Ese desarrollo de fuerza productiva facilitó a los españoles organizar en pocos años un sistema de explotación eficiente. De no haber contado con la experticia aborigen para las tareas mineras, no se explicaría el hecho de que sin técnicos ni mano de obra especializada, hubieran podido descubrir y explotar riquísimos yacimientos mineros y acumular en una pocas décadas tan extraordinaria cantidad de metales preciosos, con lo cual en última instancia se facilitaron las tareas de la colonización. De ello han dado cuenta muy fidedigna los historiadores peruanos.
El genocidio de la Conquista
La codicia de los conquistadores hispanos y portugueses, los llevó a cometer uno de los genocidios más grandes de la Historia Universal. Exterminaron a millones de aborígenes tanto a sangre y fuego, como por las enfermedades europeas introducidas en un medio biológicamente sano; otros murieron en los socavones de las minas y en los lavaderos de oro, a consecuencias de una explotación brutal. De la población indígena existente en el Siglo XV, se estima que al finalizar el primer siglo de la Conquista, sobrevivió una quinta parte. El padre Bartolomé de las Casas, fue el primero en denunciar la matanza de los aborígenes, mediante descripciones casi dantescas al Rey, quien apercibiéndose del riesgo de perder la mano de obra minera y agrícola, dictó las Leyes de Indias, el disfraz humanitario de los encomenderos explotadores. A Bartolomé de las Casas se le reconoce el mérito de haberse enterado que las condiciones de vida de los indios eran buenas antes de la llegada de los conquistadores y que estaban socialmente organizados. Algunos cronistas destacaron la integración plena del hombre con la Naturaleza, cuya exuberancia les asombraba, como también la biodiversidad de los ríos y mares, el clima, la feracidad de las tierras y la abundancia de metales preciosos.
El legendario y trágico oro peruano
El insigne y recordado Raul Porras Barrenechea cita en ORO Y LEYENDA DEL PERU : “El oro, a la par de su primacía solar y su poder de preservar del mal y de acercar a Dios, implica en la hierofanía del Cosmos, un azaroso devenir en el que juegan los agentes de disolución y dolor, en que se retuerce un sentimiento agónico de muerte y resurrección. Es el destino azaroso de “este pueblo de mañana sin fin”, de éste “país de vicisitudes trágicas”, que vislumbró el poeta español Federico García Lorca cuando dijo, “¡Oh, Perú de metal y melancolía!”. Palabras que hablan de lo que se ha dado en Perú a llamar La Maldición del Inca.
En la cadena de los Andes, desde Puno hasta Cajamarca, en la época lítica y premetalúrgica ya existían yacimientos vulcanogénicos de oro y plata nativos, depositados de modo natural sobre superficies localizadas (a flor de tierra) en los hoy denominados pisos ecológicos de jalca y puna, desde los 3,700 metros sobre el nivel del mar hacia mayores alturas. A la luz de los conocimientos actuales en minería, en la región andina nor-peruana existen desde tiempos inmemoriales hasta hoy abundantes depósitos metalíferos tipo pórfido cuprífero asociados a oro, plata y molibdeno, generados por una mineralización ígnea intrusiva propia de una región de volcanismo cenozoico, plenamente identificado en Cajamarca. Es oportuno en éste punto, hacer saber que los depósitos de pórfidos cupríferos son cantidades de materiales mineralizados diseminados de gran tonelaje (millones a miles de millones de toneladas métricas) y baja ley (menores que 0.5% de cobre equivalente), susceptibles de explotación por el método de tajo abierto en función de criterios de rentabilidad atada a los precios del cobre en la Bolsa de Metales de Londres. Los contenidos de oro y plata asociados a los pórfidos cupríferos en Cajamarca, se sitúan alrededor de 0.05 gramos de oro por tonelada y 2.0 gramos de plata por tonelada. Estos números involucran precios actuales de mercado del orden de US $ 1,500 la onza y US $ 2.50 la libra, que interpretados en lenguaje de minería implican la operación en mina de una capacidad de procesamiento del orden de cien mil toneladas por día (1 m3 de material rocoso original excavado en tajo abierto pesa aproximadamente 2,600 Kg y expandido en volumen, alcanza hasta 3 m3). No es exageración, entonces, decir que la explotación de yacimientos tipo pórfido cuprífero con minas de tajo abierto “echa abajo montañas enteras” (en Geología: destrucción regional de la Litósfera) y genera una inmensidad de desechos rocosos estériles y contaminados.
La precedente referencia a jalca y puna, Porras Barrenechea la atribuye al Padre Acosta con la siguiente frase a título de confirmación: “en los lugares más ásperos, trabajosos, desabridos y estériles”. “Todas las tierras frias y cordilleras altas del Perú, de cerros pelados y sin arboleda, de color rojo, pardo o blanquecino están empedradas de plata y oro”, dice el jesuita Padre Cobo. La reconfirmación de éstos dichos, la da el poeta de la Emancipación al invocar en su CANTO A JUNIN como dioses propicios y tutelares, dentro de la sacralidad proverbial del oro, “a los Andes..., las enormes estupendas/moles sentadas sobre bases de oro,/la tierra con su peso equilibrando”.
La historia se repite
Allá por los años 50 del siglo pasado –apenas 6 décadas a la fecha- circuló la versión en Perú del descubrimiento del gran yacimiento de hierro de Toquepala, después de observarse la alteración de las brújulas de los barcos internacionales que en su ruta pasaban frente al puerto de Ilo, Moquegua. Pues bien. En los días actuales la tecnología de detección remota por sensores satelitales ha permitido localizar una enorme riqueza mineral de pórfidos cupríferos en Chile y Perú que contienen en reservas de cobre el 40% del total mundial, con proyecciones al año 2020 de concentrar el 50% de la producción mundial de cobre, invirtiendo capitales del orden de decenas de miles de millones de dólares.
Ante la realidad de la acentuada escasez de oro metálico en el mundo, los pórfidos de cobre-oro están en la línea de mira de las transnacionales mineras. Los mineros de oro se han apercibido que en casi todas partes, las minas son cada día más profundas, los grados de pureza más bajos, los costos más altos y las onzas nuevas más difíciles de obtener, pero con la compensación de los precios del oro con firme tendencia alcista. Una circunstancia admitida por Richard O’Brien el magnate de la Newmont Mining -propietaria de Yanacocha y Conga en Cajamarca- cuando en la 10ª Conferencia Mundial del Oro del pasado 2011, expresó que la sucursal de exploración del Grupo había sido reorientada para mirar el descubrimiento de cobre. “Antes considerábamos una falla encontrar cobre”, dijo. La misma dirección en que ya han mirado en nuestro país los inversionistas del Primer Mundo y China con acciones en los proyectos Antamina, Michiquillay, Río Blanco, Cañariaco, La Granja, La Zanja, Tía María, Quellaveco, Las Bambas, etc.
La antigua sed del oro, está siendo enmascarada por la “sed de cobre”. Y el genocidio histórico se ha transfigurado en multitudinarias y crecientes protestas sociales en el históricamente abusado Tercer Mundo, a causa del desarraigo de poblaciones enteras de sus entornos seculares y la degradación ambiental real y potencial –cuando no destrucción en el largo plazo- de las fuentes originarias de agua dulce.
Minería Extractiva, PIB y el Planeta Verde
Hay consenso universal en que la minería extractiva choca frontalmente con la sostenibilidad ambiental bien comprendida. En el modelo de desarrollo capitalista, el mito del vellocino de oro en su interpretación de método de extracción de oro de los ríos allá por el Siglo V, ocupa lugar predominante. De allí que la metalurgia del brillante metal amarillo necesariamente haga uso por siempre de las soluciones cianuradas para la lixiviación del material aurífero finamente triturado extraido de las minas de tajo abierto, así como de químicos orgánicos generadores de residuos ambientalmente peligrosos, en sus procesos acuosos de concentración del oro y el cobre por flotación, como tampoco del empleo de mercurio en la etapa de amalgamación del oro. Por cierto, las demandas de agua dulce propias de la metalurgia antes aludida, aun en un contexto supuesto de alta eficiencia de su consumo en la minería extractiva bajo criterios de una “gestión de recursos hídricos”, es sencillamente un imposible toda vez que el Ciclo Hidrológico o Ciclo del Agua, es un proceso natural planetario inmanente (= algo inherente a algún ser). A propósito, valga la ocasión para recalcar que en nuestra versión peruana del Ciclo Hidrológico es sabido que tenemos por razones climáticas, demasiada agua en el lugar equivocado y/o cuando no hace falta; en escala mundial, el agua dulce disponible no está distribuida equitativamente en todas las estaciones del año ni de año a año.
La consideración precedente resulta pertinente en términos ecológicos, superiores a los puramente economicistas. La actual crisis mundial del agua y su evolución en la perspectiva de los efectos del Cambio Climático Mundial, ya evidenciados en términos desastrosos en los países subdesarrollados como el nuestro, coloca en abierto entredicho la vigencia de parámetros convencionales como el PIB (Producto Interno Bruto), tan atractivo para las débiles economías de aquellos. El PIB no refleja por sí mismo la salud y bienestar económico de un país, ni muestra la distribución de la riqueza; tampoco revela si los bienes y servicios benefician o perjudican al medio ambiente, ni mide el agotamiento de los recursos naturales. La amenaza de un desastre ecológico planetario nos acecha y, según los científicos, la Tierra ya está pisando los umbrales del mismo, a causa de la degradación ambiental causada por nosotros los humanos, teniendo por telón de fondo la persistencia de políticas gubernamentales efectistas del corto plazo. El caso de la minería extractiva y sus reconocidos efectos degradantes del ambiente, es patéticamente demostrativo en éste respecto : la contaminación química de las aguas subterráneas con metales pesados tóxicos y cancerígenos, una vez ingresada a los acuíferos puede quedarse allí durante muchísimos años, quizás siglos. Las aguas subterráneas son el 30.1% del total mundial de agua dulce disponible en el mundo, contra la de ríos y lagos que apenas alcanza el 0.4%. 
La Humanidad está caminando hacia la desaparición total si no se apura a defender a muerte su PLANETA VERDE.

Fuente: argenpress

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