Confirmado: “DIOS NO ES ARGENTINO”



La sequía nos muestra la fragilidad del modelo

Vivimos una de las sequías más grandes de los últimos años.  Esto no está en discusión ya que es evidente con sólo andar por las rutas argentinas, mirar hacia los costados y observar el estado de los cultivos, de las pasturas naturales y artificiales, y de los cursos de agua.
Pero no podemos una vez más quedarnos acorralados en lo inmediato  y en la emergencia y sólo pensar en los subsidios o ayuda que puedan venir desde el Estado. Ayuda que, por otro lado, resulta absolutamente imprescindible para que los productores familiares puedan medianamente enfrentar el año que recién se inicia con algo de esperanza, pero reconociendo al mismo tiempo que lo dramático de la situación es que con eso sólo no alcanza…
Debemos, entonces, señalar que el cambio climático provocado por este modelo productivo y el ritmo de sociedad asociado a él, ya está entre nosotros, y que ha dejado de ser simplemente una amenaza. El Dr. Canziani, investigador del Conicet y experto en cambio climático, ha declarado que la ciudad autónoma de Buenos Aires se parece cada vez más a una ciudad tropical, y que su  microclima se asemeja aceleradamente al de Río de Janeiro… tal es la magnitud de los daños provocados por este modelo globalizado. Por eso no se entiende que muchos todavía  sigan minimizando las consecuencias nefastas que traen los brutales desmontes, pérdida de la biodiversidad, voladura de montañas y glaciares, secado artificial de lagunas y humedales y el amontonamiento de población en grandes ciudades insustentables. Es  inexplicable que, por lo contrario, sigan festejando cada hectárea que se incorpora al modelo de saqueo, cada dólar que deja la minería a cielo abierto, cada litro de agrocombustible que se produce, cada gota de agrotóxico que llueve desde las pulverizadoras y cada símbolo del consumismo más superfluo.
Por el otro lado, vemos claramente la fragilidad de nuestro modelo productivo agropecuario frente a cualquier adversidad, en este caso la sequía.
El pronóstico del tiempo indicaba claramente que diciembre y enero serían dos meses de extrema falta de lluvias. Y sin embargo toda la pampa húmeda sembró sus cultivos ignorando por completo este dato, y haciendo coincidir los momentos críticos de los cultivos en cuanto a demanda hídrica justamente con la época en que el agua de lluvia iba a escasear.  No sólo eso, sino que toda la pampa húmeda, manejada supuestamente por “agricultores de los más avanzados del mundo” y con tecnologías “de punta” cubrieron el territorio con sólo dos cultivos (maíz y soja) y nada más. Más que la aplicación de tecnologías y conocimientos pareció que la principal zona productiva del país y una de las más privilegiadas del mundo apostó todas las fichas a la ruleta rusa apelando a la famosa frase: “DIOS  ES ARGENTINO”… y así nos fue.
Justo es decir que esto no responde sólo a un capricho de los productores agropecuarios sino que el Estado, con todos sus organismos especializados (INTA y Universidades) son socios en esta decisión propia de un casino o de un bingo  más que de un sistema dedicado a la producción de alimentos. Esto queda absolutamente claro en la elaboración y propuestas del Plan Estratégico Agroalimentario.
Nuestro país ha elegido seguir los lineamientos del mundo globalizado y ha dejado atrás su posibilidad de producir alimentos diversos, aprovechando sus tierras y sus climas variados.
En lugar de eso, optó por especializarse en sólo dos commodities (sojas y maíces transgénicos) destinados a la exportación, producción de agrocombustibles y alimentos balanceados para crianzas intensivas de animales.
Necesitamos imperiosamente cambiar de modelo para no transformar la emergencia en un estado permanente. Para ello necesitamos recuperar nuestra relación con la naturaleza, trabajar con una escala más pequeña, sensata y sustentable, producir localmente la mayor variedad posible de alimentos sanos, volver a las rotaciones con ganadería, reducir drásticamente el transporte alrededor del mundo y el despilfarro energético, descomprimir las ciudades con modelos que vuelvan a poblar el campo y desconectar nuestra vida de los mercados mundiales puramente especulativos.
Recuperar, en definitiva, nuestra verdadera independencia y soberanía.

ECOS DE SALADILLO ecosdesaladillo@yahoo.com.ar
Contactos:
 Ing. Agr. Gabriel Arisnabarreta (02344.453202)
Eduardo Muñoz (0221.154598180)

Ilustracion: Carpani

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