Los Hongos comestibles tienen propiedades antiinflamatorias





En un futuro próximo, la buena consideración que tienen las setas comestibles desde un punto de vista culinario puede ser aún mayor gracias a las propiedades saludables que se están descubriendo. Las setas y los hongos albergan compuestos beneficiosos para la salud y el Centro de los Alimentos de Soria está comenzando a estudiar dichos elementos desde el punto de vista biológico.

El objetivo es saber qué tipos de compuestos ofrecen diferentes especies que pueden encontrarse por los montes de Castilla y León y, más concretamente, en los sorianos. Aunque el estudio está en una fase inicial, ya se sabe que tienen propiedades antiinflamatorias que pueden servir de mucho en un futuro para la lucha frente a determinadas enfermedades.
 
La investigadora Ana María García Lázaro está al frente de la sección que se dedica a analizar los efectos biológicos de los compuestos, tratando de determinar cuáles contribuyen a dicho efecto antiinflamatorio, según ha explicado a DiCYT. Por otra parte, desde el punto de vista de la Biología molecular, cuando se produce dicho efecto, las células liberan determinados elementos que también se quiere medir.

García Lázaro destaca que existen ciertos alimentos, como la soja, cuyas propiedades están suficientemente estudiadas. Sin embargo, en otros casos, como el de las legumbres o las setas, todavía queda mucho por explorar. Una vez que se caractericen los compuestos de estos alimentos que tienen efectos antiinflamatorios se seleccionanarán los más potentes; esto se realiza mediante el análisis de las células in vitro.

Otro de los aspectos es ver qué cantidad es necesaria para atajar una dolencia. En este punto, estos expertos subrayan que los efectos beneficiosos pueden darse por partida doble, pues no solamente se puede atajar una inflamación, sino que puede evitarse otra dolencia, pues en numerosas ocasiones una inflamación crónica degenera en una patología más importante.

Hasta ahora se habían utilizado determinado tipo de setas no comestibles desde un punto de vista medicinal; lo que se trata ahora es de averiguar las propiedades de las setas comestibles en cuanto a los beneficios que puedan reportar a la salud. No hay que olvidar que, aunque las producción de setas y hongos procede de la recolección en los montes, ya van siendo habituales explotaciones dedicadas a este sector con métodos de cultivos determinados.

Condiciones del cultivo

Una vez que se avance en la línea de estudio marcada en estas primeras investigaciones, la idea es estudiar las condiciones de cultivo para ver cómo se pueden acumular determinados compuestos que interesan trabajando con variables como, por ejemplo, la humedad.

Por lo que se refiere a los resultados, Ana María García Lázaro insiste en que los estudios están todavía en una fase inicial, de manera que el grupo está tratando de buscar financiación para poder desarrollar las investigaciones. De todas formas, espera que en el plazo de un año ya exista un estudio preliminar en cuanto a la composición funcional y la cuantificación de compuestos.

Cuando se completen los estudios sobre las setas y las legumbres, lo que se pretende es analizar otros alimentos, preferentemente de Castilla y León, que tienen compuestos que se pueden emplear para alimentos funcionales pero que todavía no han sido estudiados en profundidad. Al final, de lo que se trata es de facilitar el trabajo a las empresas de alimentación que quieran distribuir alimentos enriquecidos con ciertas propiedades.

Cada vez es más habitual ver que además de las propiedades culinarias, las firmas traten de vender los efectos beneficiosos que determinados alimentos tienen para la salud. De cara a un futuro, el objetivo de los responsables del Centro de los Alimentos es establecer convenios con empresas, a ser posibles sorianas y del resto de Castilla y León, para ayudar en la puesta en circulación de estos alimentos, que es al fin y al cabo uno de los grandes objetivos de este centro del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA).
 
Fuente: Sinc
portalforestal.com
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Musgos productores de fármaco

Musgos y humanos comparten características genéticas inesperadas. Gracias esto podrían utilizarse en el futuro musgos transgénicos para la producción de proteínas humanas. 
 
A simple vista los musgos y los seres humanos tienen muy poco en común. El musgo Physcomitrella patens es pequeño, verde pálido, inmóvil y usa la luz del sol como fuente de energía, es decir, es una planta. Los seres humanos son grandes, móviles, y sobre todo animales que necesitan obtener su energía a partir de vegetales y otros animales.
 
Nos separan de los musgos cientos de millones de años de evolución biológica pues nuestro antepasado común debió de ser de los primeros eucariotas que aparecieron en la Tierra en los albores de la evolución biológica compleja.
Todo esto hace que los experimentos que vamos a relatar, realizados por Martin Fussenegger del ETH en Zurich, sean absolutamente asombrosos. Fussenegger y sus colaboradores han comprobado qué pasa cuando se introducen en el genoma del musgo genes humanos sin modificar o de otros mamíferos. Sorprendentemente el musgo fue capaz de de manufacturar las proteínas correspondientes sin ningún problema.
El resultado es inesperado porque el mismo proceso no funciona cuando se insertan genes en plantas superiores, como las fanerógamas o plantas con flores. La razón es que las secciones genéticas del comienzo y final de las secuencias de los genes animales, de plantas, de hongos y de bacterias son considerablemente distintas. Son los responsables de asegurar que un gen del organismo es reconocido como tal y la proteína que codifique es producida en la cantidad adecuada y es liberada de la célula apropiadamente. Cuanto más remota es la relación entre dos organismos mayores son las diferencias entre estas secuencias.
Por esta razón los biotecnólogos deben de adaptar los genes foráneos antes de transplantarlos a otra especie. En este caso los investigadores se asombraron al comprobar que en este caso no era necesario hacer esto último.
La explicación dada por Ralf Reski, de la Universidad de Friburgo, es que el musgo ha permanecido generalista durante mucho tiempo y que su mayor modificación se dio hace ya 450 millones de años, cuando pasó de vivir en el agua a colonizar tierra firme, adaptándose a las nuevas condiciones ambientales. Pero que a partir de entonces no ha sufrido cambios significativos, tanto en apariencia como a nivel genético.
El proceso que usa el musgo para producir sus proteínas es menos sofisticado que el de organismos “más evolucionados”. Estos otros organismos “más modernos” han sufrido cambios dramáticos durante estos 450 millones de años, especializándose en el transcurso del tiempo. Por otro lado el musgo ha retenido la habilidad de poder leer genes foráneos, incluso los procedentes de mamíferos y de poder fabricar las proteínas que codifican, probablemente sin haber hecho ningún uso de esta capacidad durante estos 450 millones de años.
Pero esta habilidad de Physcomitrella patens de producir proteínas humanas puede ser de gran ayuda para satisfacer la creciente demanda mundial de proteínas terapéuticas. Un ejemplo puede ser el de la insulina, que permite a los diabéticos mantener el control del nivel de azúcar en la sangre y que se empezó a producirse por ingeniería genética de manera masiva en los años ochenta.
Normalmente las proteínas terapéuticas se producen gracias al uso de células de mamíferos, pero este tipo de cultivo es caro. Se necesita, por ejemplo, mantener una temperatura constante y aportar nutrientes y oxígeno constantemente, de ahí la carestía del proceso.
Actualmente la producción global no satisface la demanda mundial, entre otras cosas porque sólo los países industrializados pueden hacer este tipo de producción.
Por el contrario los musgos no son muy exigentes. Sólo necesitan agua, luz y sales minerales para producir proteínas. Esto les hace apropiados para ser utilizados en un biorreactor y en el futuro incluso las naciones en vías de desarrollo podrían autosatisfacer su propia demanda de este tipo de productos.
Obviamente se necesitan más estudios antes de que se consiga todo esto a escala industrial, pero ya sólo el saber que los musgos han retenido esta capacidad (sin usarla) durante 450 millones de años es algo absolutamente asombroso.
 
Fuente: Neofronteras

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