Nuestros esfuerzos por ayudar al varamiento de ballenas en Tasmania



Dos días después de despedir desde el muelle al Steve Irwin y a su tripulación de valientes y mientras el barco volvía a navegar de nuevo por las gélidas aguas de la Antártida, leímos en los periódicos de Tasmania el varamiento en masa de cachalotes en la costa norte de Tasmania. Decidimos ponernos en marcha hacia la isla, esperando llegar a tiempo para ayudar de la manera posible en la operación de rescate. Mientras organizábamos un vehículo y descargábamos las últimas noticas sobre el incidente, conseguimos averiguar sobre la magnitud de la situación. Cincuenta cachalotes habían varado en un banco de arena frente la Isla de Perkins cerca de Smithton, una pequeña ciudad en el extremo norte al oeste de Tasmania. Se trataba de uno de los mayores varamientos de este tipo en la historia de Tasmania y con el tamaño de los animales y la remota localización de la zona, era evidente que el rescate de las ballenas que siguieran con vida sería una tarea de enormes dimensiones.
En muchos varamientos los voluntarios marcan una gran diferencia en los esfuerzos de rescate y las autoridades reconocen la importancia del voluntariado. Por ejemplo, cerca de Nueva Zelanda, el Departamento de Conservación publica directrices sobre cómo la gente puede colaborar en los casos de varamientos de mamíferos marinos. El folleto dice: "El Departamento de Conservación aprecia mucho tus esfuerzos. Cada año se salvan muchas ballenas con la ayuda de los voluntarios, cada esfuerzo contribuye a la conservación."
Sin embargo, cuando tuvo lugar el varamiento en la Isla de Perkins, las autoridades locales se mostraron reticentes a aceptar la ayuda de los voluntarios. Cuando llegamos por la noche a Smithton nos tranquilizaron informándonos que las ballenas estaban recibiendo los cuidados adecuados. Las autoridades de Parks and Wildlife nos dijeron que sería 'demasiado peligroso' ir a la zona del varamiento y que únicamente el 'personal cualificado’ tenía permitido acercarse a los animales. También se dijo que la imagen de las ballenas embarrancadas podría ser demasiado angustiante para la gente.
Aunque no estamos suficientemente entrenados para tratar con varamientos de ballenas, tenemos suficiente conocimiento sobre las necesidades básicas de estos animales. Mas importante aun, tenemos la pasión y el compromiso para hacer todo lo que esté en nuestra mano para ayudar. Como tripulantes a bordo de los barcos de Sea Shepherd, hemos tenido que desafiar los tormentosos mares del Océano Antártico y las condiciones de hielo cerca de la costa este del norte de Canadá. También hemos sido testigo de primera mano de la matanza deliberada de los mamíferos marinos que buscamos proteger. Las aguas poco profundas de los bancos de arena cerca de la Isla de Perkins deberían ser menos desafiantes para nosotros.
Pero sin manera alguna de salir de la zona y con la oscuridad de la noche acechando, tuvimos que esperar hasta el día siguiente. Steve, vecino local y propietario de un barco, acordó llevarnos junto con las ballenas durante la marea alta. Fue una visión espantosa. Las ballenas, posiblemente haciendo intento de ayudarse entre ellas a liberarse del banco de arena, quedaron presionadas unas con las otras. Vimos algunas aun con vida, agitando débilmente sus aletas. Después de un breve estudio de la situación, nuestra embarcación tuvo que regresar así que documentamos lo que pudimos y volvimos de nuevo a la orilla. Unas horas más tarde conseguimos regresar de nuevo junto con las ballenas, con la marea baja, pisando el banco de arena y acercándonos a ellas.
Nos hicieron señales para que nos alejáramos de las ballenas, al menos eso parecía y a pesar de los muchos oficiales en la zona, era peligroso acercarse debido al equipo punzante para la extracción de muestras de tejido. Sin embargo, finalmente conseguimos aproximarnos. Mientras se les extirpaban los ojos para una posterior investigación y se cortaban las mandíbulas para evitar que los cazadores furtivos robaran los dientes, vimos la última ballena con vida luchando por sobrevivir. Mientras nos acercábamos, un miembro del equipo de Parks lanzaba cubos de agua sobre las sábanas que caían por encima de su piel y entre las cuales se veían claramente las ampollas de las quemaduras. Después de haber regresado de una campaña para salvar las ballenas en el Antártico, era una sensación extraña estar de pie en el agua tibia mezclada con la sangre de la ballena y rodeados de tantos cuerpos sin vida.
Una vez más tuvimos que regresar a la orilla con un sentimiento de tristeza e impotencia dejando atrás de nuevo a las ballenas. Uno de nosotros consiguió regresar más tarde: después que el equipo terminara el trabajo por ese día, se sentó junto a la ballena moribunda e intentó ofrecerle un momento de consuelo. Cuando se viera obligado a regresar, la ballena volvería a quedarse otra vez sola y tendría que seguir luchando en la noche en medio de las altas y bajas mareas.
No cabía duda que la geografía del lugar del varamiento dificultó las operaciones de rescate. El banco de arena estaba rodeado por una extensión de aguas poco profundas que salían al mar. Como en todos los varamientos, las posibilidades de supervivencia aumentan si la zona está despejada pero en este caso, el equipo de rescate tendría que haber movilizado las ballenas muertas para hacer camino a las vivas.
En el futuro esperamos que las autoridades de Tasmania den más importancia al papel que pueden desempeñar los voluntarios en la ayuda de los varamientos de ballenas. Esto incluye hallar soluciones innovadoras a los problemas como el riesgo y la sensibilidad de la gente y que fue una de las causas por las cuales en este caso la ayuda de los voluntarios fue rechazada. Por ejemplo, en esta situación la gente podría haber permanecido alejada durante la marea alta pero invitada de manera prudente a cavar trincheras alrededor de las ballenas durante la marea baja, manteniendo la zona de exclusión segura alrededor de los cuerpos. Hubiera sido más fácil hacer reflotar los cuerpos o las ballenas supervivientes durante la marea alta. En nuestros esfuerzos de ofrecernos como voluntarios nunca se nos preguntó sobre nuestro nivel de destreza o formación. Disponíamos de tiempo y dedicación y podríamos haber reunido más gente y recursos que hubieran podido ayudar.
De manera retrospectiva, comparando los informes sobre la respuesta oficial en los medios de comunicación con la realidad, la imagen transmitida por los medios fue excesivamente optimista con respecto a las posibilidades de ayuda a las ballenas. Es una función importante de los medios informar a la gente con precisión sobre una situación a fin de asegurar la transparencia de las acciones de los cuerpos gubernamentales financiados por esta gente.
Desafortunadamente pocos periodistas disponen de tiempo para viajar a un lugar remoto y reunir pruebas de primera mano; no encontramos a nadie en Smiththon durante ese tiempo.
Otras autoridades en todo el mundo reconocen la importancia de la ayuda de los voluntarios. Si somos apasionados para salvar animales que se enfrentan a la muerte en estos desafortunados incidentes, deberíamos trabajar conjuntamente. Con todas las manos a cubierta podemos y marcaremos la diferencia.

Por los miembros de la tripulación del Steve Irwin:
Shannon Mann
Merryn Redenbach
Wietse Van Der Werf
Fuente: Sea Shepherd Conservation Society
http://www.oceansentry.org/

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